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martes, 24 de noviembre de 2009

Segundos Perfectos. Terceros afuera

A él no le gusta la palabra pernoctar. Yo la detesto. Es por eso que cuando encuentra una manera menos desagradable a los oídos para transmitir ese concepto, lo miro y me río. Me gusta que sea cuidadoso con su léxico.
En ese segundo, y sólo en ese segundo, percibí la perfección.
El estaba preocupado por otra cosa: por encontrar la salida del laberinto. Un laberinto que ya recorrimos varias veces pero, sin embrago, todavía no aprendimos el camino de memoria.
Hay momentos en los que nos parece que no existe la solución. Nos divierte mucho ese juego. La angustia de no encontrar la salida desaparece cuando nos miramos y entendemos que todo esto debe ser, efectivamente, un juego. Y ahora nos reímos los dos.
Unos segundos más de perfección.
La perfección la encuentro en las cosas mas menudas e insignificantes: en su sonrisa, en los agujeritos que se le forman en las mejillas cuando se ríe, cuando cuenta conmigo, cuando apoya su cabeza en mi hombro, cuando se le eriza la piel al sentir mi perfume... hasta que las nubes tapan el sol y automáticamente se acaba el hechizo.
Mientras me alejo me dice que "el tiempo nos dará la razón". Brindo por su afirmación pero no le creo y él sabe que me está mintiendo. Sigo alejándome...
Desde la lejanía nos entendemos mejor. La distancia genera que el encuentro sea tan perfecto como el desencuentro...
... y eso es perfecto.

3 comentarios:

solum dijo...

Me encantó, Juli!!!
Beso!

Toi dijo...

Bello, bellísimo.
Revolución o muerte, no lo olvides

Cháneton dijo...

Cada día mas grosa vos...