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martes, 29 de septiembre de 2009

Etiveles de Nadie. Mujeres para no Amar

Creo que incluso prefiero la muerte o esperar muerta de frío que empiecen a tocar los platillos en Palermo. Oh por Dios! Y que nos confundan con prostitutas y que cuando entremos disfrazadas de esposa de Luis y Cacho esté La Gata. Que se corte el agua y que un viejo se haga la paja al lado nuestro en el cine. Que nos tengamos que bañar en lo del Bombo Leguero. Que se caguen a piñas acá en la esquina o esperar en la puerta de Lacroze con una aspiradora y cantar Ella mientras rodilleamos las paredes de Lavanda. Con un anillo negro de no compromiso, el corazón roto y la mitad de la ropa manchada de sellador. Sin embargo, hubo contrastes realmente oportunos: Conseguir la cocina más cálida del mundo, garcharse a Muti, conocer la panza de los vecinos Wii, reírnos hasta llorar cuando caímos con las dos tazas de boca al piso, ir a una bailanta, coincidir en que los Nahueles Mutti garchan mal. Que una se haya tragado un tazo y que la otra no se ría nunca, pero nunca. Ver a quien nos rompió tu corazón aplastado por un tractor mientras resurgimos de las cenizas como el María Felix en su máximo esplendor. Mirarnos a los ojos, y sin decirnos nada, afirmar que “Algún día se pelearán por cenar con nosotras”. Julieta Aramburu - Victoria Chaneton