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martes, 9 de octubre de 2007

Lluvia ácida

Cinco de la mañana 29 minutos, en la República Argentina. Temperatura: 2 grados 1 décimo. Humedad 104 por ciento, Vientos de Sur giran do al Sudeste. LLueve en Buenos Aires. Un clima de mierda, un frío de cagarse y la lluvia me agarró sin paraguas. Había sido una noche bastante complicada. Lo que había empezado como una fiesta había terminadoen una especie de juicio oral y público en donde había varios fiscales, ningún juez y para colmo tenía que hacer mi propia defensa. Tenía que tomarme dos colectivos para llegar a casa y sólo tenía 95 centavos en el bolsillo del pantalón. Así que me tomé uno solo que me dejó lo más cerca posible de casa, me bajé y empeza a caminar (25 cuadras!!). Agarré viaje hasta casa, con el viento que pegaba en la cara y casi que dolía. La lluvia ya no la sentía. La calle oscura y solitaria me hizo sentir un panorama bastante desolador. Empecé a sentir miedo. Las palmas de las manos me transpiraban. Miraba para todos lados porque sentía que, desde algún lugar, alguien me estaba mirando. Sentía un peligro inminente. Faltaban todavía diez cuadras para llegar acasa y me tranquilizo reconocer la figura de un policía parado una cuadra más adelante. Un tipo petacón, con el chaleco naranja y esa gorra que nunca se sabe si es azul o negra. Entonces baje la velocidad y empecé a caminar más relajada. Me prendí el último cigarrillo y avanzaba hasta el oficial mientras hacía un bollo con el paquete de cigarros vacíos. Cuando estoy a pocos metros de el motivo de mi tranquilidad, me doy cuenta de que no era un policía lo que yo veía parado a lo lejos y me había permitido caminar con más tranquilidad por esa boca de lobo. Era un tacho de basura. Un tacho de basura de esos del gobierno de la ciudad. Esos que son naranja con la tapa negro. Me sentí una estúpida, desconcertada. Con el afán de siempre crear falsas espectativas y falsas realidades. Sentí una seguridad y una comodidad ficticia. Me odié. También pensé en sacar un turno en el oculista. Me acerco al tacho, y tiro el atado de puchos vacío. Una voz me dice: "¿Qué está haciendo usted, señorita?" Creí que me volvía loca, empecé a correr en busca de paz, en busca de una coherencia que hace rato que no veo. Me alejé de casa por escaparme. Llegué a las 8 de la mañana. Empapada, no se si estaba llorando o eran las gotas de lluvia. Nunca supe si el tacho de basura me habló o en realidad era un policía. Nunca lo supe, Me fui a dormir, buscando que me contenga el sueño. Buscando un abrazo que me haga sentir cuidada. Al otro día salió el sol. Todo formaba parte de un pasado muy lejano. Muy pocas veces recuerdo eso... Nunca lo supe.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

te encantan los mamelucos...cuando lei el titulo de tu blog me acrode del programita q hiciste para locu,jajaja, estuvo muy bueno!!!

todo lo escribiste vos??
muy lindo!!!

bueno te dejo muchoss besoss vecinita!!

p.d.: como me rei ayer =)

carito
(www.fotolog.com/campanita_bonita)

pasé chivo

Puly dijo...

acabo de enamorarme de tu blog!!! es genial!!!

En lo personal, creo que al voz le pertenecía al tacho de basura. A mí me hablan los carritos de bebé (nunca las madres)

en fin, es jueves pero parece miércoles. No, es madrugada de miércoles y llega el jueves´. Mañana es domingo.

Saludos y suerte

almamatters dijo...

Es excelente lo que escribis !

joAco dijo...

disculpe, parece que no quedó claro en el texto... es que no sé bien como expresarme. ella es francesa.

que bueno que no aprovechastes para hacer una alegoría entre manliba y la federal.
la lluvia y la noche limpian. la nche y la lluvia son llanto y palmas sudadas, y están ahí para que no nos demos cuenta. y si además la noche te regala miedo, y la lluvia te regala voces, el sueño te va a limpiar mucho mejor.

el texto anterior... cuantas veces dije imbecilidades para evitar precipitar una conversación tan dura...