.

martes, 30 de octubre de 2007

La Delgada Línea Blanca

Sobran las palabras, no sirven, no son necesarias, no solucionan nada y no aportan en absoluto remedio alguno para ciertos males.
Hoy me duele la cabeza y no quiero hacer nada para que ese dolor pase. Creo saber porque es pero no hago ningún esfuerzo en llegar a una certeza.
No entiendo muchas cosas y me cansé de tratar de comprenderlas. Tampoco hoy quiero que alguien me entienda.
Me unen tantas cosas al mundo pero me aleja una sola.
Nos separa sólo una delgada línea blanca.

domingo, 21 de octubre de 2007

Algún día lo sabrían

Tengo que confesar algo:
Cada vez que tengo que indicar que algo queda hacia la izquirda o hacia la derecha hago tímidamente un gesto con la mano distra, simulando que escribo para saber cuál es cuál.
Cuando salgo del subte y subo las escaleras hacia la calle pierdo el sentido de la ubicación y no se para que lado ir, siempre cruzo la calle al menos dos veces y/o camino un par de cuadras de más.
Siempre sentí el fracaso de no saber dibujar (pero nada de nada, eh?) y siento que es una especie de discapacidad que tengo (o un castigo mundano por algo que hice de chica que todavía no me animo a confesar). Me pregunto: ¿Por qué todo el mundo puede menos yo?
Me levanto por lo menos dos veces a la noche para verificar que la llave del gas esté cerrada y la puerta con llave.
No me sé las capitales de todos los países, nunca aprendí la tabla del nueve y uso la calculadora hasta para dividir 100 por 25.
Y, si... algún día tenía que sacar a la luz mis debilidades. Desde que descubrí que manejarse con la verdad cuesta mucho pero a largo plazo deja sus frutos, no puedo parar.
Y hay más:
Al entrar a un lugar con puerta giratoria dejó pasar como cinco vueltas antes de animarme a pasar (no puedo, no puedo!!!!)
A veces me duermo con una remera del lado del revés para ver si al otro día recibo un regalo.
Todos los días me enamoro de un hombre diferente en lo que dura un viaje en subte.
Odio a la gente que gesticula el signo comillas (" ") con los dedos índice y mayor de ambas manos.
Si no me causaría impresión, mataría a un gato.
Y todavía, después de tanto tiempo, y a pesar de todo, a veces, te extraño...

martes, 9 de octubre de 2007

Lluvia ácida

Cinco de la mañana 29 minutos, en la República Argentina. Temperatura: 2 grados 1 décimo. Humedad 104 por ciento, Vientos de Sur giran do al Sudeste. LLueve en Buenos Aires. Un clima de mierda, un frío de cagarse y la lluvia me agarró sin paraguas. Había sido una noche bastante complicada. Lo que había empezado como una fiesta había terminadoen una especie de juicio oral y público en donde había varios fiscales, ningún juez y para colmo tenía que hacer mi propia defensa. Tenía que tomarme dos colectivos para llegar a casa y sólo tenía 95 centavos en el bolsillo del pantalón. Así que me tomé uno solo que me dejó lo más cerca posible de casa, me bajé y empeza a caminar (25 cuadras!!). Agarré viaje hasta casa, con el viento que pegaba en la cara y casi que dolía. La lluvia ya no la sentía. La calle oscura y solitaria me hizo sentir un panorama bastante desolador. Empecé a sentir miedo. Las palmas de las manos me transpiraban. Miraba para todos lados porque sentía que, desde algún lugar, alguien me estaba mirando. Sentía un peligro inminente. Faltaban todavía diez cuadras para llegar acasa y me tranquilizo reconocer la figura de un policía parado una cuadra más adelante. Un tipo petacón, con el chaleco naranja y esa gorra que nunca se sabe si es azul o negra. Entonces baje la velocidad y empecé a caminar más relajada. Me prendí el último cigarrillo y avanzaba hasta el oficial mientras hacía un bollo con el paquete de cigarros vacíos. Cuando estoy a pocos metros de el motivo de mi tranquilidad, me doy cuenta de que no era un policía lo que yo veía parado a lo lejos y me había permitido caminar con más tranquilidad por esa boca de lobo. Era un tacho de basura. Un tacho de basura de esos del gobierno de la ciudad. Esos que son naranja con la tapa negro. Me sentí una estúpida, desconcertada. Con el afán de siempre crear falsas espectativas y falsas realidades. Sentí una seguridad y una comodidad ficticia. Me odié. También pensé en sacar un turno en el oculista. Me acerco al tacho, y tiro el atado de puchos vacío. Una voz me dice: "¿Qué está haciendo usted, señorita?" Creí que me volvía loca, empecé a correr en busca de paz, en busca de una coherencia que hace rato que no veo. Me alejé de casa por escaparme. Llegué a las 8 de la mañana. Empapada, no se si estaba llorando o eran las gotas de lluvia. Nunca supe si el tacho de basura me habló o en realidad era un policía. Nunca lo supe, Me fui a dormir, buscando que me contenga el sueño. Buscando un abrazo que me haga sentir cuidada. Al otro día salió el sol. Todo formaba parte de un pasado muy lejano. Muy pocas veces recuerdo eso... Nunca lo supe.

Dejar ser (sin dejar de ser)

Es increíble pero en este momento sólo tengo sensaciones positivas. Es como esa angustia que se siente cuando se termina algo pero porque se aproxima un nuevo comienzo, llenos de espectativas. Y con el presentimiento de que los sueños, de a poco, se pueden ir haciendo realidad. Es la angustia de dejar de aprender para empezar a hacer. Porque la teoría (imprescindible pero traicionera) es el escudo de quienes no se animan al cambio. Se que es difícil pero hay que arriesgar. Viven acostados en esa teoría toda su vida esperando el gran momento de ponerla en práctica, pero ese momento nunca llega. por miedo, por supuesto. Miedo a que fracase. Y tanto tiempo elaborando teorías, tiradas a la basura. Pero de eso se trata: de probar, de actuar, de fracasar y volver a reformular. Hoy decidí hacer un bollo con toda una vida de teoría y empezar a vivir. Sin pensar ni en las causas ni en los efectos. Con la espontaneidad de la persona que siente, que vive con pasión todo lo que emprende, que ama. Porque aprendí (y me costó años de hipotetizar) que a amar no se aprende. Sólo se ama. Sin especular. Lo lamento, pero es así. No es fácil amar. Si hubiera fórmulas o recetas ya se la hubiese ido a comprar a alguna persona que la haya aplicado y haya triunfado no? Por el momento, hay que esperar, soñar, luchar por lo que queremos, por lo que queremos ser y por lo que NO queremos ser. Igualmente, hay que ver cómo funciona en la práctica: esto es sólo teoría. POR UN MUNDO SIN LAVANDINA Noviembre de 2006